Hace poco fui con mi compañero Alberto a la exposición de arte conceptual, realizada por antiguos alumnos de bellas artes en Tabacalera. Antes de nada decir que, como muchos otros, la primera vez que fui me confundí de exposición la primera vez, así que tuve que volver a la verdadera.
No me suele gustar este tipo de arte, pero explicado, todo cobraba mucho más sentido e incluso me pareció interesante. Una pena que cerrara tan pronto y que no nos diese tiempo a verlo entero. Por suerte, nos encontramos a nuestro profesor de escultura, quien también lo fue de los artistas que montaron la exposición. Gracias a él, pudimos hablar con varios de los artistas que nos explicaron sus respectivas aportaciones a la exposición.
El primero de ellos, jugaba con la animación 3D en forma de videojuego y la fotografía, y el tema era la exploración de la masculinidad. El videojuego recreaba la sala de a exposición (la cual antes era un vestuario) y estaba muy bien logrado.
El segundo me llamó mucho la atención, pues en esa habitación había una especie de contrato, detrás de unos botes de agua, y encima de unos mapas de ciertas zonas de América del sur. La curiosidad es, según nos explico el chaval, que mientras que en ciertas zonas de Madrid hubo una temporada de abundantes lluvias, casi simultáneamente en esas zonas de Sudamérica hubo serias sequías. El chico había estado recogiendo agua de la lluvia de las partes de esas Madrid, y redactó un contrato para que quien lo firmase pudiera llevar el bote a Sudamérica, en un acto solidario. Parece que no pero eso lleva un curro enorme, y si alguien consigue firmar el contrato, ese trabajo habrá tenido un fruto, y se habrá roto una barrera artística. Impresionante.
El siguiente era más deductivo, consistía en tres salas de distintos colores: rojo, azul y amarillo. En la sala azul, había un cuarto de baño con fotos de gente gorda, representando cómo se mira una perosna acomplejada en el baño; la sala amarilla, estaba llena de prendas de vestir y barbas hechas con cinta adhesiva (hechas por el propio autor con su barba) representando la obsesión por seguir las modas del ser humano actual; y la sala roja, estaba cubierta de cinta roja de la que salían juguetes, una metáfora visual del cerebro de un niño.
La última que nos dio tiempo a ver, era una en el que el autor nos narra que fue a Japón, donde el arte esta mucho más valorado y donde reina la tranquilidad y el silencio, y que cuando volvió a España lo primero que vio fue ruido, en el sentido amplio de la palabra, lo cual le causó un choque cultural enorme. Para representar todo aquello, llenó el suelo de trozos de madera (el cual podías pisar, y que estaba hecho por él) como símbolo de todo el caos de nuestro `país. También había un escritorio colocado estratégicamente al lado de una ventana, porque él nos contó que las cosas no se colocan al azar si no que hay que saber colocarlas, que representa la calma japonesa. Y para representar la evolución de su arte, nos presenta tres escaleras, una en la que no se ve el objetivo, otra en el que se ha alcanzado y otra rota porque a todos nos toca caer de vez en cuando para toparnos con la realidad.
Me parece increíble que se nos de la oportunidad no solo de conocer este arte de cerca, sino de poder hablar con antiguos alumnos de nuestra universidad, los cuales siempre te pueden aconsejar y crear nuevas expectativas.
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